El proceso en sí es bastante sencillo y casi nada molesto y si no fuese por el trato tan impersonal que me han dado en la clínica y que me ha hecho acudir gruñendo (literalmente) a casi todas las visitas, podría definirlo casi como "agradable". No es que yo estuviese buscando apoyo, ni complicidad, gracias a Dios, porque si lo hubiese estado buscando habría sido totalmente imposible. Me han atendido en total 3 doctores distintos (aunque se supone que yo siempre pedía cita con la misma doctora) con sus correspondientes enfermeras, secretarias y assistant. Eso sumado al equipo de inseminación (un biólogo, una doctora, una enfermera de un país del este y una que pasaba por allí y la pusieron a sujetar la lámpara de quirofano) hacen que en los últimos meses me haya abierto de patas delante de unas 15 personas. Ya no siento ningún pudor y he estado incluso a punto de salir del baño sin sabanita ni nada enseñándole el culo con descaro a todo el personal sanitario.
No es un proceso bonito, ni tiene nada de romántico. Bromeabamos en el coche de vuelta si un día nuestro hijo nos preguntase donde fue concebido qué diriamos: ¿En Alcobendas como Penélope Cruz, o tal vez en algún lugar de la A-1 más o menos a la altura de La Moraleja? Aparte esta la paranoia que cientos de horas de películas de sobremesa de antena 3 han imbuido en nuestros cerebros. ¿El semen que me está metiendo es el correcto? ¿No se estará equivocando y me esta metiendo el del señor que he visto en la sala de espera? ¿Es este biólogo un pervertido y voy a tener que criar 25 años a un niño con su cara? Sea como sea 18 millones de espermatozoides (¿cómo demonios los cuentan?) me han colonizado.
Ahora toca 14 días de espera (poniéndome el Progefik mañana y tarde) y el análisis de sangre que dictaminará si por fin voy a ser madre.
Día 1: ¿Hay alguien ahí?
1 comentario:
Lo de abrirse de patas ante quince personas suena más a cheerleader de un equipo de football americano que a una oda a la maternidad. La realidad se debate entre lo grotesco, lo dramático y lo cómico.
Me decanto por la interpretación cómico-grotesca, si acaso alguna dosis adicional de escatología. Reír o morir.
Publicar un comentario