lunes, 22 de diciembre de 2008


En estos días fréneticos me encierro en el laberinto, con más intensidad que nunca. Recorro sus pasillos, me dejo atraer por sus espejismos imaginando que habrá alguno que resuelva mis dudas. Me detengo extasiada ante cuadros de desconocidos que con sonrisas misteriosas me prometen conducirme a la salida. Pero no. Huyo de ellos, aunque me mantienen asida por un hilo invisible. A veces encuentro mi reflejo y corro asustada de sus monstruosidades. Mis propios ojos me escrutan con malicia. Vuelvo atrás pero no encuentro asilo, ni escapatoria.

Sólo escribir estas líneas me libera.


Sigo en el laberinto. Tal vez no quiera salir.

Espera, ahi al fondo veo algo. Es una luz

4 comentarios:

silencio dijo...

Que viva el laberinto y todos los laberintos. Ah, no hay refugio. Sólo aceptar las sombras y los recodos, lugares verdes o sombríos... La vida misma.

Un besito muy fuerte

VERDE dijo...

Una laberinto... una luz... dos luces. Una mirada hamsterina de la vida. Hay grandes probabilidades de que así sea. La vida, un laberinto. Si. Espero que una de las luces sea de alguna estrella benévola. Saludos y sonrisas.

La Gata Insomne dijo...

yo en la emporada navideña me encerré en 4 paredes, así que tu laberinto parece un parque de diversiones

espero que no hayas segudo la luz...

aunque ya para estas fechas puedes buscar alguna de sus puertas.

besos

Navegante dijo...

He seguido con mucho interes esta serie El Laberinto, me resulta muy original tu manera de escribir, tiene fascinación y misterio.
Te navego un poquito más.