Lo nuestro es un flechazo. Nada más verla sé que es ella. Sin embargo remolonea, pasea su mirada distraída por el resto de ejemplares, los acaricia con la punta de los dedos. De vez en cuando abre uno y lo estudia detenidamente unos segundos, frunciendo el ceño como si estuviese muy concentrada, pero al instante lo abandona. Pasado un rato ya no finge y se acerca donde estoy. Me aprieta contra el pecho como una colegiala y se encamina a la caja. No puede esperar a casa y en el metro comienza a devorarme. El mundo a su alrededor se desvanece y sólo existo yo, rescatándola de su vida, redibujándola a cada palabra que leen sus ojos. No existe más tiempo ni espacio que el que marcan mis páginas. Al cerrar la última, una lágrima corre por su mejilla y moja mi cubierta. Aún siento el temblor de sus manos
martes, 17 de junio de 2008
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7 comentarios:
¿qué estás desayunando, Ari?
!Espectacular!
A alguno que otro he besado yo tras cerrar la última página.
Recordando rápidamente:
La guerra de fin de Mundo de Vargas llosa
y Hombres de Maíz de Asturias...
Pero son muchos más...que yo soy muy besucona....
Cariñines, guapa!
Genial. Me he visto identificado en el papel de tu lectora.
Un beso.
jah
eso ya lo he visto!! soy una echona!! creída, "yo lo vi priero, lalalalalala!!!!
es buenísimos,anoche escuche a los míos peleando por a cuál quería yo más!!!!
besos
La última página y en otras oportunidades la primera, me han causado sensaciones muy especiales que me han marcado para siempre. He temblado también a leer el último parráfo.
No imagino que estarás leyendo o que estará leyendo pero debe ser algo muy intenso.
Un abrazo,
Maya
La has cautivado, ese es el cometido de un buen libro, provocar sentimientos, sensaciones, emociones.
un saludo
La odisea apasionante del lector voraz!
Ha sido una perspectiva que te juro jamás había leído: la del libro ante el lector voraz, el libro como personaje enamorado del lector que lo usa y lo usufructa, así como también le da la debida importantcia. Yo el libro también hubiera llorado de amor mutio, como cuando tras hacer el amor los cuerpos cansados, exagües drenan las endorfinas del acto maravilloso y piensan finalmente en la maravilla de un acto de amor comulgado y bello, ejecutado.
Hermoso, gracias por regalarme este pequeño relato que me parece magnífico.
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