lunes, 11 de diciembre de 2006

Entrada al laberinto

La descubrí casi por casualidad. Estaba oculta por la maleza desde, sabe Dios, cuánto tiempo. Había pasado por delante cientos de veces sin verla, como la mayoría de las cosas que realmente importan y que algún día le dan sentido a la vida. La entrada era estrecha y húmeda, olía a hojarasca podrida. No podía ver casi nada del interior, los rayos oblicuos del sol de media tarde sólo me permitían ver el arranque de un pasadizo, dentro reinaba una oscuridad absoluta. Inspiré profundamente, el jardín estaba en calma ajeno a la tormenta que crecía en mi interior. Mire hacia el interior intentando penetrar las sombras, apreté el puño sobre el mechero que llevaba en el bolsillo y entré.

1 comentario:

Candela dijo...

Me encanta este post!