Yo he conocido a los monstruos.
Existen.
No se esconden en las tinieblas,
ni acechan desde los rincones.
Su aliento se nota un día
de repente,
empañando el espejo del baño.
Pero cuando ese día llega,
ya es tarde,
el monstruo ya te ha poseído
y no queda otro refugio
que huirle a la piel
a través de los muros del laberinto.
No queda otro remedio
que tomar la luz de todas las bombillas,
desechar el calor estéril del hogar,
y arrancar al monstruo de las propias entrañas
Después, con el pecho herido de muerte
solo queda el vacío,
pero en el vacío
por fin,
hay aire.
martes, 7 de diciembre de 2010
Batallando
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4 comentarios:
Magnífic.. me ha gustado mucho, sí doy fe de ello, existen...
Monstruos hay por todas partes.
Suerte que no solemos estar mucho tiempo con ellos.
Besos.
Estremecedor, desgarrador, aún así veo la luz! Un enorme paso adelante...
Amiga, me ha llemado la atencion la belleza formal de este poema, y de su terrible trasfondo...
Un abrazo, de nuevo
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